Las etiquetas nutricionales aportan la información necesaria sobre la cantidad de calorías, grasas, sodio, fibra y otros componentes contenidos en cada envase alimentario. Leerlas correctamente es fundamental en los casos de personas que padecen celiaquía, diabetes o intolerancias, entre otras afecciones, pero también para todas aquellas personas que, sin padecer ninguna enfermedad o afección concreta, que quieran escoger aquellos productos que más se adapten a sus necesidades y deseen llevar una alimentación saludable.
Los valores que se establecen en las etiquetas nutricionales corresponden generalmente a una porción. Ya que habitualmente un envase suele contener más de una porción, se debe tener en cuenta esta medida en el momento de realizar los cálculos. Según la Food and Drug Administration (FDA), estos son algunos datos interesantes:
Calorías
Es uno de los primeros datos que encontramos. El contenido suele aparecer en el etiquetado detallado por porción del producto o por cada 100 gramos. Generalmente se considera que 40 calorías es bajo, 100 es moderado y 400 es un consumo alto.
Grasas
Según la FDA, el consumo de de grasas no debería superar el 30% de la ingesta calórica total. Hay que prestar especial atención al contenido en grasas insaturadas, saturadas (ya que éstas elevan el colesterol malo) o grasas trans. Si en un etiquetado encontramos la frase "libre de grasas", debemos comprobar que efectivamente el contenido en el producto sea menor a los 0,5 gramos por porción.
Sodio
Este dato es especialmente relevante en personas con problemas de hipertensión. La FDA reconoce como productos que contribuyen a una alimentación saludable aquellos que contienen menos de 200 mg de sodio por cada 100 gramos.
Azúcares
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la ingesta de azúcares libres (agregados y naturales) en niños y adultos debería ser menor al 5% de la ingesta calórica total.
Fibra
La recomendación de la OMS es una ingesta de 40 gramos de fibra al día para cubrir los requerimientos del organismo.